Silvia Conde (@silvia_conde) retrata en sus fotos la conexión maternal que siente hacia la naturaleza, y que vio brotar en ella como mujer al concebir a su primer hijo. Al fotografiar a la Tierra como madre, Silvia capta grietas, surcos, irregularidades en la arena de dunas y montañas que podrían ser las arrugas y poros de un cuerpo. Nosotros, humanos, hijos de esta madre, aparecemos sumergidos, desnudos bajo el sol, o como exploradores que recorren su superficie como si fuera la primera vez.
Al fotografiar a la mujer como madre, Silvia se fija en la luz sobre la piel, en los pliegues de la carne de madre y bebé cuando se abrazan, en los movimientos que demuestran su vínculo único. Su proyecto An Ode to Mother (@_anodetomother_) explora la maternidad no solo desde el enfoque fotográfico, sino a través de testimonios que sirven para compartir los claroscuros de la experiencia de generar vida.
En ambos casos, la sensibilidad de Silvia frente a las texturas, los tonos de color beige, ocres, rosas pálidos que es capaz de capturar, la suavidad de la luz, crean un paralelismo evidente. Ambas madres, mujer y planeta, son retratadas con la misma cercanía y calidez en busca de una belleza natural y primigenia. En las fotos de Silvia Conde hay intimidad, serenidad, conexión, paz y vida.
Japón fue uno de los lugares que marcaron a Silvia como fotógrafa y como mujer. Con motivo del inminente nacimiento de su segundo hijo y su primera exposición en Tokio, le hice estas preguntas.
Chorareii: Primero, ¡preséntate!
Silvia Conde: soy fotógrafa nacida y crecida en Barcelona. Al acabar la universidad, hace ya 10 años, me fui a Berlín. Sin esperarlo, me quedé hasta hace un año, cuando regresé a Barcelona. En Berlín me encontré a mí misma, a mi pareja, mi carrera como fotógrafa y a mi primer hijo. Me fascina la belleza natural de la Madre Tierra y eso es de lo que trata mi obra.
¿Qué puntos en común has encontrado entre la Madre Tierra y la madre mujer a través de tu trabajo?
La relación entre la belleza de la naturaleza y la de la maternidad es algo que me parece lógico. Me di cuenta al ser madre yo misma. Nos hemos olvidado un poco de nuestra conexión con la Madre Tierra, de quien somos hijos. La maternidad es algo salvaje que nos acerca a nuestro lado más animal y natural.
Cuando fotografías la naturaleza a menudo no aparecen en ella personas, como si aún estuviera virgen. La verdad es que como hijos de la Tierra, no la estamos tratando muy bien. ¿Le habría ido mejor a la Tierra si no hubiera sido la madre de la Humanidad?
Llegados al punto en el que nos encontramos, a veces pienso que sí. El destroce que hacemos día a día es incalculable. Esperamos demasiado de los gobiernos cuando en realidad todas nuestras acciones como consumidores cuentan.
Me cansa la gente que se queja sin hacer nada. Que culpa “a la sociedad”, mirando sin apenas intentar tomar acción. Los pequeños gestos suman mucho más de lo que creemos. Con esto no digo que tengamos que ser perfectos y volvernos locos intentando luchar a contracorriente. Lo que quiero decir es que todos podemos hacer algo hoy, ahora, sin excusas.
En cierta ocasión, recomendaste a las mujeres que quisieran ser madre que viajaran antes de serlo, especialmente que hicieran un viaje solas, ¡y especialmente a Japón! ¿Por qué?
Japón es el lugar donde me he sentido más segura como mujer. Es un lugar que te da calma y espacio para encontrarte.
¿Por qué decidiste visitar Japón?
Fue una necesidad. Quería viajar sola y sentí que Japón era el lugar. Durante años había leído muchas novelas de Haruki Murakami y quería visitar el país sobre el que él siempre escribe. Fue un viaje increíble, que me cambió. Me sirvió para abandonar miedos, sobre todo el miedo a la soledad. Descubrí que puedo ser feliz sola, por mí misma, y que no esperar nada, ir sin expectativas, tiene siempre recompensa.
¿Qué tipo de energía o inspiración encontraste en Japón?
Contrastes. Contraste entre la calma y la serenidad de los lugares pequeños frente al ajetreo de las grandes ciudades como Tokyo y Kyoto. Los elementos naturales como la cerámica y el bambú frente a los envases de plástico en supermercados y centros comerciales. La soledad de cada uno frente a las calles repletas de personas.
¿Qué lugares o temas fotografiaste en Japón?
Quería visitar lugares que los mismos japoneses admiran y antes del viaje hice una búsqueda. Volé a Tokyo y de allí tomé el Shinkansen hasta Kagoshima. Cogí un ferry que me llevó a Yakushima, la isla que inspiró la película “La Princesa Mononoke” de Hayao Miyazaki, uno de los lugares más puros e intocables que he visitado jamás. Volví a Kagoshima y subí hasta Fukuoka, pasando por Beppu y sus infiernos.
Visité lugares extraños, como la isla de los conejos en la prefectura de Hiroshima. Visité Naoshima y Teshima. Sus museos me parecieron catedrales del arte contemporáneo. Estuve en Okayama, donde recuerdo conocí a un par de japonesas que me contaron cómo huían de Tokyo y de la cultura de Japón, habían encontrado refugio allí. Me costó mucho entenderlo, puesto que mi imagen sobre el país y su cultura era muy distinta desde fuera.
Escapé a Tottori, en busca del museo de Shoji Ueda. Recuerdo andar por una carretera sin camino hasta llegar a él desde la estación de tren. Visité las dunas, ahora me parecen parte de un sueño lejano. Llegué a Kyoto, ciudad preciosa, aunque demasiado explotada turísticamente. Huí a Nagoya y desde allí subí a los alpes japoneses, a Matsumoto. Volví a Tokyo, apenada porque el viaje llegaba a su fin. Había sido una aventura de casi cuatro semanas.
Tu proyecto sobre las dunas de Tottori está inspirado en el trabajo del fotógrafo japonés Shoji Ueda. ¡Háblame de él y del proyecto!
Descubrí las fotografías de Shoji Ueda por casualidad, buscando referencias de moda para un shoot. Encontré su trabajo más personal, disparado siempre en las dunas, y me pareció mágico, con un punto surrealista como Magritte, en versión japonesa. Sin duda, tenía que visitar ver su museo y el paisaje en persona durante el viaje.
Las dunas las recuerdo como un camino de peregrinación, en conjunto pero guardando las distancias. Recuerdo el silencio y al llegar arriba el sonido de las olas del mar. Me sentí sola, pero feliz de poder estar allí, en ese momento, compartiendo ese lugar con esa gente.
¿Hay otros fotógrafos o artistas japoneses que te inspiren?
A pesar de la controversia, parte del trabajo de Araki me parece una maravilla. Su serie personal sobre su esposa es un relato conmovedor. Desde hace años sigo el trabajo botánico de Azuma Makoto. En Japón, quedé impresionada con la arquitectura de Tadao Ando. Y, como decía antes, he leído mucho a Haruki Murakami. Añadiría a Ryoko Hori a la lista, vive en Berlín desde hace muchos años. Es creadora de perfumes y tiene un espacio muy particular en el barrio de Neukölln. Es de los sitios que más echo de menos ahora en Barcelona.
Has fotografiado otros lugares del mundo. ¿Has encontrado en alguno una energía similar a la que encontraste en Japón?
No, Japón es un lugar único.
Artida Oud ha expuesto tu trabajo en su galería “The Another Museum” de Shibuya. ¿Es esta tu primera exposición en Japón? ¿Cómo surgió este proyecto?
Sí, es mi primera exposición allí. Todavía no me lo creo. Cuando la marca empezó hace unos años, la directora de arte me contactó, hipnotizada por mis fotografías de paisajes de la Tierra. Querían usarlas como mood, para reforzar su concepto de naturaleza. Desde entonces la colaboración ha sido continuada, creo que año a año. Hasta el punto en el que este verano me escribieron para anunciar que les gustaría exponerlas. Me pareció un sueño hecho realidad.
¿Te gustaría trabajar de nuevo en Japón? ¿Qué proyectos futuros tienes?
Me encantaría. Creo que compartimos sensibilidad y eso es algo difícil de encontrar. Por ahora, muy pronto voy a dar a luz a mi segundo hijo y esa va a ser la aventura de los próximos meses.
Puedes consultar el trabajo de Silvia y adquirir sus fotografías impresas a través de su web.
Sigue a Silvia Conde (@silvia_conde) en Instagram.
Sigue el proyecto sobre maternidad An Ode to Mother a través de su web o en Instagram (@_anodetomother_).
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