
La Torre del Sol de Osaka es un edificio escultórico gigante que parece un ser de otro mundo. No hace falta conocer nada de la obra para sentir extrañeza, sobrecogimiento, admiración o incluso amor al estar ante su presencia. Esto no pasa porque sí: la torre está inspirada en conceptos ancestrales de nuestra cultura y nuestra espiritualidad, y está llena de símbolos que representan diferentes caras de lo que somos como humanos.

Su autor, Taro Okamoto, dio a la Torre del Sol un significado mucho más profundo de lo que podrían imaginar quienes le encargaron la obra. Conceptos como el tiempo, la vida, la evolución, el espíritu y la trascendencia, están representados en la torre. Por eso, pese a ser una obra construida hace solo 51 años, hay en ella una fuerza ancestral.

La Torre del Sol se diseñó para la Exposición Universal de Osaka en 1970. Sería la primera Exposición Universal celebrada en Asia, en un momento en que Japón vivía una etapa de optimismo y bonanza económica. En ella se presentarían avances tecnológicos tan determinantes como los primeros shinkansen o trenes bala japoneses, prototipos de teléfonos móviles o las películas IMAX. El Gobierno Japonés encargó a Taro Okamoto la construcción de este edificio que recibiría a los invitados literalmente con los brazos abiertos. Sería el símbolo de una Expo cuyo lema era “Progreso y armonía para la humanidad”.

Sin embargo, el significado de “progreso” y “armonía” son muy abiertos. En un mundo marcado por la Guerra Fría, la energía nuclear o la carrera espacial, Taro Okamoto percibía que a su alrededor, el progreso había quedado relegado al desarrollo tecnológico, y la armonía se basaba meramente en el desarrollo económico. El artista veía carencias espirituales y emocionales que estaban llevando a la humanidad hacia un materialismo vacío y alienante que nos convertía en meros siervos de esos supuestos avances.
A Taro Okamoto (1911-1996) se le llama a veces “el Picasso japonés”, de hecho empezó sus obras inspirado por este artista. Nació en Kawasaki y se formó en la Sorbona de París donde estuvo en contacto entre otros con el padre del surrealismo, André Breton. Okamoto basó su arte en un concepto que llamó “polarismo”, expresando que la energía y la belleza solo pueden surgir de la unión de fuerzas contrarias. Este dualismo está muy presente en la tradición espiritual oriental, y Okamoto lo expresó uniendo características del arte abstracto y el vanguardista.

Además, hay un hecho sin el que que no se podría entender el calado de la Torre del Sol y de muchas de sus obras: el interés de Okamoto por la etnología y la antropología cultural, y su fascinación por la cerámica prehistórica japonesa del período Jōmon (12 000 a.C. – 800 a.C.). Okamoto quería encontrar la “esencia” del “verdadero Japón” y la buscó en sus ancestros, para lo que emprendió un viaje que le llevó regiones remotas del país, de Tohoku a Okinawa. El artista desarrolló un gran número de escritos sobre el tema y utilizó este bagaje como una de sus fuentes de inspiración.

De hecho, la Torre del Sol parece alzarse como la Deidad de una civilización antigua, que acoge y bendice a la humanidad bajo sus brazos, y que puede verlo todo a través de sus diferentes caras. Como en presencia de cualquier ser divino, al estar a los pies de la torre esta resulta sobrecogedora, especialmente por su magnitud: mide 70 metros de algo, 20 metros de diámetro y cada uno de sus brazos tiene 25 metros de largo.
En el contexto de una Expo universal donde lo que se buscaba a nivel conceptual y estético era representar el futuro, especialmente en la vertiente tecnológica de la palabra, es irónico que su mayor símbolo parezca primitivo, antiguo. En ello queda patente la intención de Okamoto de transgredir desde dentro y aplicar su polarismo, planteando que el progreso no puede basarse solo en mirar hacia adelante sin tener en cuenta lo ancestral.

La Torre del Sol condensa un gran número de elementos que nos definen como humanidad. Uno de ellos es el concepto del tiempo, expresado por ejemplo en las caras de la torre. La cara superior o Máscara de Oro, con ojos que de noche son dos haces de potente luz, representa el futuro. La cara inferior a esta, la más antropomórfica, es la Cara del Sol y representa el presente. En la parte trasera de la torre se encuentra el Sol Negro, la cara que representa el pasado. A estas tres caras exteriores se le suma una que se encuentra en el interior de la torre, probablemente la más fascinante de todas.

Se trata del Sol del Inframundo. A diferencia de las otras tres, esta cara no representa un aspecto temporal, sino que simboliza el mundo espiritual interior de los seres humanos. Este mundo espiritual trasciende al tiempo, emerge de nuestra esencia humana más profunda. Quizá por ello esta cara se encuentra en la base subterránea de la torre, en una sala oscura, acompañada por máscaras y figuras antropomórficas de deidades de diferentes culturas. Lo más irónico de todo esto es que esta cara se perdió después de la Expo.

Estamos hablando de una cara que mide 3 metros de alto por 11 metros de ancho, no parece precisamente fácil llevársela o perderla. En la torre puede verse actualmente una réplica, ya que nadie conoce el paradero de esa cara que representaba nuestro bagaje espiritual.

Durante la Expo, el concepto de tiempo también quedaba expresado en el recorrido que los visitantes hacían por un complejo que rodeaba a la Torre, llamado Pabellón Temático. Estaba formado por diferentes niveles. El subterráneo estaba dedicado al pasado, y en él se situaban la mencionada cara del Sol del Inframundo, pero también réplicas de homínidos cazando o una pieza dedicada al ADN.

La planta baja, dedicada al presente, estaba formada por la Plaza de la Armonía, donde está la Torre del Sol, y donde había también otras dos torres: la Torre de la Juventud y la Torre de la Madre. Partiendo de la planta subterránea del pasado, los visitantes ascendían por el interior de la Torre del Sol donde se encontraba el Árbol de la Vida. Esta pieza de 41 metros de alto, que actualmente puede visitarse, representa la evolución de las especies.
En ella están suspendidos 183 organismos, desde amebas a humanos pasando por dinosaurios, que fueron creados por Tsuburaya Productions, el estudio de efectos especiales responsable de Ultraman. El Árbol de la Vida crece desde el pasado y asciende hacia el futuro, simbolizando la energía de la vida que avanza y cambia de manera constante.

La planta dedicada a futuro estaba suspendida en el aire en el interior del llamado Gran Tejado, una estructura que rodeaba la Torre del Sol que fue desmantelada cuando terminó la Expo. En esta área se mostraban ideas sobre cómo sería la ciudad del futuro y la vida cotidiana de sus habitantes. Por su posición, este Gran Tejado donde se representaba el futuro guardaba también un mensaje simbólico: la Torre del Sol lo atravesaba, alzándose sobre él. Con ello, Okamoto dejaba clara su idea de que el progreso humano va más allá de los avances tecnológicos, los traspasa y los trasciende apuntando hacia el cielo porque no está limitado a lo material.
En definitiva, tanto en los elementos de la propia Torre del Sol como en todo el complejo que la rodeaba durante la Expo está reflejada la conexión constante de pasado, presente y futuro en un solo fluir constante. Esta idea está inspirada en el mandala, el concepto oriental del universo, en el que todo lo que percibimos como independiente está en realidad integrado en una sola unión absoluta.

La Torre del Sol es deidad y a la vez templo, tótem y faro. Es un lugar que deja huella en quien lo visita porque incluso sin conocer sus detalles simbólicos mediante la razón, podemos sentirlos mediante la intuición porque tocan la identidad cultural atávica y profunda de la civilización humana.
Es una obra que nos recuerda que el progreso tiene que brotar estando siempre arraigado en lo ancestral y lo espiritual, y que la tecnología debe seguir siendo siempre una herramienta que ayude a ese fin, sin ser el fin mismo. Desde luego, este no es un mensaje que haya dejado de estar vigente, y no parece que vaya a dejar de estarlo el futuro próximo. Por suerte, la Torre del Sol sigue en pie, acogiéndonos con sus brazos abiertos para recordarnos de dónde venimos.

Puedes leer más sobre la Torre del Sol y ver fotos actuales y antiguas en su web oficial.
Si quieres visitar la Torre del Sol, recuerda reservar tu ticket con antelación.
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